sábado, 27 de diciembre de 2014

Entrevista al periodista escritor Jesús Avila Granados Libro la Mitología Templaria



Entrevista a Jesús Ávila Granados 
Hola a todos, y bienvenidos a esta nueva entrevista esta vez por escrito que haremos a Jesús Ávila Granados (www.jesusavilagranados.es) el escritor, quien nos va hablar de su nueva obra “La mitología templaria”.
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Bienvenido Jesús: muy buenas tardes, gracias por atendernos a esta entrevista.
P.- Jesús como pregunta inicial háblanos ¿de qué trata en sí éste nuevo libro tuyo, y qué ofrece a los lectores “La mitología templaria”?.
R.- “A pesar de los ríos de tinta que se han escrito, en todos los idiomas, sobre los templarios, y también de los siete siglos transcurridos de la muerte en la hoguera de Jacques Bernard de Molay, la Orden del Temple sigue siendo un gran enigma, y despertando, al mismo tiempo, toda clase de pasiones en los cinco continentes. En mi ensayo “La mitología templaria” (La obra más completa sobre la Orden del Temple), editado por Diversa, intento acercarme a las claves de esta organización, que fue ejemplo de perfección, en todos los sentidos, y de convivencia intercultural. En las 483 páginas del libro, a pesar de tratarse de un ensayo, el lector queda atrapado de principio y fin, descubriendo muchos enigmas relacionados con estos fascinantes caballeros del medioevo”.
P.- Jesús ¿que nos puedes contar acerca de los israelitas cuando se dividieron entre dos ramas: que eran los Assais o Ashassim? 
R.- “Assasis o Ashassim, de donde proviene la palabra asesino; es un término acuñado por el mundo occidental para designar a una secta islámica religioso-militar liderada por Asan Sabah (más conocido como ‘El Viejo de la Montaña’, que fijó como centro de operaciones el castillo de Alamur, al sur de Anatolia. Los miembros de esta secta se cubrían la cabeza con un gorro frigio rojo, que usaban en los misterios paganos ante los altares de Cibeles y Mitra. Eran shiitas que veneraban a Ismael, séptimo descendiente de Fátima, hija del profeta. Bajo el reinado de Abadía, descendiente de Ismael, primer califa egipcio de la dinastía Fatimita, los Asesinos, que agrupados en sociedades secretas contaban con un elevado número de adeptos en Siria y Persia, fundaron en El Cairo la primera Gran Ligia iniciática. Esta organización mantuvo estrechos contactos con los templarios, a quienes transmitieron gran parte de sus conocimientos”.
P.- Jesús ¿qué nos puedes decir acerca de la alquimia y del Temple?
R.- “Las raíces de la alquimia se pierden en las tinieblas de la mística y de la mitología. Entre los egipcios ya fue un arte y una ciencia misteriosos. Sobre ello ya hay numerosos papiros que lo testimonian. Luego, no tardaron en hacerse visible las influencias de otros pueblos, igualmente de Oriente Próximo. Los astrólogos de Babilonia mezclaron la alquimia con el ocultismo y la magia. A través de las vías de comunicación comerciales, la ciencia alquímica llegó a China en el siglo VI a.C. Pero fueron los árabes quienes, a través de la Ruta de la Seda, la trajeron a Occidente, aunque tuvieron que pasar para ello cerca de quince siglos. Durante la Edad Media, esta ciencia hermética fue una curiosa mezcla de conocimientos químicos-empíricos, mágico-astrológicos y teológicos. Pero por encima de todo ello, el ennoblecimiento  de los metales. La alquimia simboliza la evolución misma del ser humano desde un estado donde predomina la materia a otro espiritual: transformar en oro los metales equivale a convertir al hombre en puro espíritu. Los alquimistas se habían dado cuenta de que algunos metales podían ser mezclados con otros de forma que aparecían aleaciones, como por ejemplo el bronce. Sin embargo, no creían en los metales elementales. Para ellos, los metales puros no eran más que mezclas de diversos componentes. Así pues, para fabricar oro solamente se necesitaba descubrir la mixtura correcta. Los magos del Temple lograron alcanzar los secretos de la piedra filosofal, y en diferentes enclaves de la geografía hispana, como por ejemplo, el Maestrazgo de Castellón, desafiaron a los conocimientos más conservadores de la Iglesia oficial, realizando los pasos necesarios para ello”.
P.- Jesús ¿Cuál era el nivel económico de los templarios?
R.- “A comienzos del siglo XIV el Temple, que contaba con un colectivo humano superior a los 35.000 caballeros, repartidos por toda Europa, era poseedor de una de las mayores fortunas que el mundo occidental pudiera imaginar. Como referencia, en 1306, al regresar a Francia el último gran maestre de la orden, Jacques Bernard de Molay, a la edad de 60 años, muy cansado por tantos combates, al frente de un séquito de 15.000 caballeros y portando un inmenso tesoro de 150.000 florines de oro y 10 mulas cargadas de plata, no tardaría en provocar las envidias del mundo de su época, especialmente del monarca Felipe IV el Hermoso, que estaba endeudado hasta las cejas con la banca del Temple. Además de esta formidable riqueza, los templarios eran poseedores de otros importantes tesoros, cuya valoración en nuestros días podría superar el de cualquier país pequeño. El destino final de esta singular riqueza no lo sabemos, porque hay diferentes teorías, basadas en la salida de la escuadra templaria del puerto francés de La Rochelle, y de otras elucubraciones, que, con el tiempo, se irán descubriendo”.
P.- Jesús ¿Qué nos puedes comentar acerca de la batalla externa?
R.- “La batalla externa estaba relacionada con el exoterismo del Temple, es decir, el mundo externo. Los templarios fueron la única entidad religioso-militar del medioevo constituida por cuatro grandes segmentos: los caballeros (los únicos que portaban armas y luchaban); los freires (los encargados del culto y mantenedores de los santuarios e iglesias); los servidores (los responsables del mantenimiento de toda la comunidad, formada por artesanos, médicos, enfermeros, etc.), y los magos (los sabios, los únicos que tenían alcance a los saberes ocultos). Este último colectivo era, en definitiva, el que decidía sobre las actividades de la Orden, conocían los secretos de la alquimia, los enclaves de energía, sobre los cuales alzar las iglesias y santuarios y los misterios del Cosmos, la Naturaleza y el ser humano”.
P.- Jesús ¿háblanos sobre san Bartolomé también de san miguel arcángel también de san Juan bautista y de san Julián, qué nos puedes aportar sobre estos santos?
R.- “El altar templario estaba formado por diferentes santos y santas, los cuales se repiten en la gran mayoría de los enclaves que fueron del Temple, y no sólo en la geografía hispana, sino también en todo el mundo occidental vinculado con la Orden. Los cuatro santos predilectos de la Orden fueron: san Bartolomé, san Juan Bautista, san Miguel Arcángel y san Julián. San Bartolomé es el más relacionado con los templarios; a este santo, representado como un anciano con barba y manto blanco instruyendo a un niño, se le relaciona siempre con la inmortalidad; suele aparecer con un cuchillo, como elemento de su tortura, y rodeado de sus verdugos; en muchas ocasiones lleva un pequeño dragón a sus pies, en una estrecha vinculación con las fuerzas telúricas de la tierra; su festividad (24 de agosto) era una jornada de paz, en ningún momento los templarios entraron en batalla ese día, y jornada de guardar ayuno. San Juan Bautista era, para los templarios el paradigma de la vía gnóstica, el individuo libre enfrentado sólo al conocimiento, a la lucha por ser mejor, aceptar la paz no como meta sino como camino de relación entre las personas y entre éstas y el Cosmos; a diferencia de la Iglesia oficial que veía en San Pedro el paradigma de la vía ortodoxa, la Iglesia como único camino de salvación. Y en cuanto a las santas más abundantes en el altar del Temple, debemos citar: Santa María Magdalena, Santa Águeda, Santa Catalina, la Virgen de Gracia y la Virgen de la Asunción”
P.- Por ultimo Jesús ya entrando al final de esta entrevista ¿háblenos del mándala de san Bartolomé?
R.- “Mandala, que en sánscrito se traduce por ‘círculo’ es una estructura cíclica que está en constante movimiento, dentro de la cual toda una serie de formas geométricas evocan los planos de la construcción de templos; se trata de proporciones espirituales del orden del mundo (cosmogramas). En el rosetón abierto en el lado meridional del hastial del crucero de la iglesia de San Bartolomé de Ucero, que ilumina la capilla del lado de la Epístola, en el cañón del río Lobos (Soria), es donde se concentra la mayor cantidad de energía telúrica de este templo. Esta abertura, a modo de verdadero mandala, condensa uno de los simbolismos más esenciales para descubrir el centro de nuestro ser natural, es decir, de nosotros mismos. Los mandalas suelen estar representados en forma circular, como diversas figuras geométricas en su interior; en el caso de la iglesia que nos ocupa, levantada por los templarios en el epicentro de la geografía peninsular –equidistante entre el cabo de Creus (Girona) y el cabo Touriñán (A Coruña)-, se trata de diez corazones, cinco pequeños y cinco largos. Con ello, este rosetón nos llevaría a uno de los principios más esotéricos del Temple: la naturaleza del ser humano o, lo que es lo mismo, el corazón, órgano capital de la persona que, en sentido de mandala sagrado, está transmitiendo este ventanal circular abierto al solsticio de verano”
P.- ¿Y, por último, Jesús, háblanos del laberinto?
R.- “La palabra laberinto procede del griego ‘labyrinthos’ que, según la mitología de la Grecia clásica, fue un palacio construido por Dédalo en Cnossos (Creta), un lugar lleno de recovecos y de difícil salida, para encerrar al Minotauro. Pero los orígenes del laberinto como concepción que va más allá de lo material e incluso del espíritu son mucho más antiguos. El laberinto alcanzó su época de mayor esplendor durante los siglos protohistóricos, especialmente a lo largo y ancho de la cuenca mediterránea. El laberinto puede estar inscrito en su totalidad dentro del círculo, manteniendo en la rigurosa geometría del cuadro, expresado en volumen o dibujado en una superficie plana; el laberinto, por lo tanto, compete tanto a la arquitectura como a la escultura, el dibujo o la filosofía hermética. Ciertos rituales muestran una clara relación del laberinto con la muerte y el renacimiento. Desde un origen oriental, el laberinto pasó al Mare Nostrum a través de las legendarias rutas de comunicación y fueron los caballeros del Temple los que, desde Tierra Santa, trajeron a Occidente este signo hermético con toda su carga esotérica. En algunos lugares, el diseño del laberinto se ha utilizado como talismán mágico para la buena suerte, en estrecha relación con el ojo que aparece en la proa de muchas embarcaciones de los países ribereños del Mediterráneo. Pero el laberinto más espectacular de la Europa medieval es, sin duda, el situado en el pavimento de la nave central de la catedral francesa de Chartres, joya del arte gótico, cuya evolución geométrica, que se desarrolla de izquierda a derecha, y en cuatro esferas, invita al peregrino a un viaje hacia el interior de uno mismo, para alcanzar la esfera central, después de haber deambulado, en silencio, 261 metros (2+6+1 = 9, el número más sagrado de los templarios); en el Temple, nada es casual…”.

Quiero Agradécele Jesús su atención y espero que tenga suerte en su libro un abrazo.
Csijuan Blog Asesinatos Sin Resolver

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